EAR psicólogos

18 de diciembre de 2006

La visualización en el deporte

Son muchos los deportistas que, de forma intuitiva y ocasional, repasan mentalmente los movimientos técnicos propios de su deporte, intentando encontrar los errores que cometen para eliminarlos, o analizan mentalmente el juego de los rivales para decidir la táctica a utilizar en un partido. Sin embargo, para que los resultados de la práctica imaginada sean efectivos, no basta con realizar este tipo de ensayo mental de forma intuitiva y ocasional, sino que debe ser practicada de forma sistemática.


La práctica imaginada no sólo conlleva la percepción más o menos nítida de las imágenes, sino también la percepción de los sonidos propios de los entrenamientos y las competiciones, las sensaciones táctiles de los elementos con los que interaccionan (como en nuestro caso, la raqueta de tenis) y las sensaciones de sus movimientos, e incluso las emociones que tienen, ya que con ello conseguimos que lo que el deportista imagina sea lo más parecido posible a lo que siente cuando practica su deporte.

Las imágenes son representaciones mentales de hechos que han llegado al cerebro a través de los sentidos. La imaginación es la capacidad cognitiva cuya función es elaborar representaciones de objetos, situaciones o actividades y reproducirlas cuando han dejado de estar presentes. Centrarnos en todos los sentidos. Nuestro cerebro guarda en la memoria las imágenes de lo que hemos visto, oido, gustado, olido, tocado o percibido por otros aparatos sensoriales, como el dolor, la presión sobre un órgano, etc. Basta que nuestro cerebro las evoque para que se activen todos los circuitos neuromusculares que intervinieron en su captación y codificación. Así, una persona que se imagina que su brazo está extendido se vuelve rígido y fuerte, notará que el efecto de rigidez se ha producido. Si, por el contrario, se imagina que su brazo se relaja, su brazo se torna flexible y relajado. El secreto es muy simple: lo que ejecutan todas y cada una de las partes del organismo se realiza, sin excepción, mediante órdenes recibidas del cerebro. Si nuestro cerebro no interviene, ninguna actividad fisiológica ni psicológica tendrá lugar.

Nuestra imaginación no sólo es capaz de reproducir cosas observadas o situaciones experimentales o percibidas, sino que también puede crear hechos nuevos en nuestra mente. Aunque nuestra imaginación es fundamentalmente un producto de nuestra memoria, nuestro cerebro es capaz de colocar juntas piezas que pertenecen a cosas distintas y de formas diversas. Podemos así construir nuevas imágenes combinando de infinitas formar los elementos pertenecientes a numerosas imágenes archivadas en la memoria. Algunas utilidades de la práctica de esta técnica son: mejorar un movimiento o gesto técnico, ensayo mental de un partido (entras más concentrado), practicar destrezas dominadas, controlar los progresos, controlar las emociones, recuperarse de las lesiones, etc.