EAR psicólogos

20 de mayo de 2011

La Psicología deportiva en el tenis: Concentración.

Los aspectos psicológicos en el tenis son muy importantes. El afán de superación, el control del nerviosismo, una buena actitud en pista… son factores que permiten mejorar el rendimiento de un/a jugador/a de tenis. Pero si se tuviera que destacar un aspecto psicológico fundamental en este deporte sería la concentración.

Todos hemos visto por la tele cómo la grada se queda en silencio cuando un jugador saca; cómo los jugadores botan, una vez tras otra, la pelota antes de sacar; cómo el jugador que resta sólo mira a su rival; cómo en los descansos los jugadores hacen siempre las mismas rutinas…. Estas acciones favorecen que el jugador esté concentrado y, por tanto, esté en buena disposición para rendir.

Pero ¿qué es la concentración?.

La concentración es un tipo de atención que permite fijarnos en uno o dos estímulos relevantes, obviando el resto.

Cuando un/a jugador/a está nervioso/a, su grado de activación es muy alto (el S.N. autónomo segrega altas dosis de adrenalina al torrente sanguíneo), lo que provoca una mala focalización de la atención. Por ejemplo, estando atento a varias cosas (e.g., un grito desde la grada, miradas al entrenador,…), centrándose en aspectos irrelevantes en ese momento (e.g., errores cometidos, molestias físicas, pensamientos negativos, etc.), lo que perjudica considerablemente su juego.

Otro aspecto que influye en la concentración es el bajo control emocional. Ante las adversidades (e.g., distracciones, despistes, errores, bolas dudosas, etc.) algunos/as jugadores/as se enfadan y empiezan a protestar, gesticular, maldecir, tirar la raqueta,…. Esto hace que su atención se focalice en esas acciones (estímulos irrelevantes) en vez de en cómo tiene que realizar el siguiente punto (estímulo relevante) por lo que la probabilidad de cometer un error es muy alta.

Igualmente ocurre con la baja confianza en uno mismo. Los jugadores/as con un alto grado de exigencia, generado por ellos mismos o por su entorno (padres, entrenadores, etc.), no toleran los errores. Para ellos, cometer un fallo significa que “son malos jugadores”, que “no sirven para esto”, etc. Por tanto, cuando lo cometen, empiezan a pensar qué malo/a soy, esto no tenía que haber ocurrido, es un golpe sencillo, etc. quedándose clavado en el pasado (estímulo irrelevante) y no centrándose en el punto siguiente (estímulo relevante).

Por otro lado, también hay jugadores/as irregulares, que juegan “por rachas”. Esto suele ocurrir sobre todo, con los jugadores más jóvenes, ya que les cuesta más mantener la atención durante todo el partido.

La intervención en todos los casos pasa por tener en cuenta que pensamiento y comportamiento van unidos de la mano. La modificación de uno de ellos influye en el otro. Es decir, si conseguimos que un/a jugador/a que tiene mala actitud en pista (tira la raqueta, maldice, etc.) porque no tolera los errores, sustituya esas acciones por un grito, por ejemplo: “vamos”; conseguiremos, mediante el cambio comportamental, rebajar su enfado, mantener su grado de concentración y, por tanto, mejorar su rendimiento, lo que a su vez provocará que  tolere mejor los errores. Ya que ante un error, no se ha producido otro.