Y es que, en función de lo que pensamos,
actuamos. Nuestro pensamiento guía nuestra conducta. Cuando los deportistas
toman conciencia de esto, tienen más posibilidades de mejorar su rendimiento.
¿Por qué? Porque toman el control de sí mismos. Sus actuaciones ya no son fruto
de la mala o buena suerte, de estar en racha o no, depende de ellos mismos.
Un ejemplo claro de esto, se pudo
ver en una de las patinadoras que compitió este pasado fin de semana en el Trophee Bompard. En una de las piruetas, la patinadora cometió un
error y ésta centró su pensamiento en él, de tal manera que al hacer una
pirueta similar volvió a fallar. Fueron
unos segundos en donde la patinadora no controló su diálogo interior, dejó que
su atención se centrara en el error pasado, no en seguir adelante y eso produjo
más errores.
Pero ¿qué características
ha de tener el lenguaje interior del deportista?.