Hace unos meses hablábamos de la importancia del
lenguaje interior del deportista y de cómo guía su conducta. Pero el
pensamiento no sólo está compuesto de palabras, también puede estar compuesto
por imágenes. Incluso, cómo señalan O´Connor y Seymour en su libro de
Introducción a la PNL (1990), cuando pensamos en algo utilizamos nuestros
sentidos internamente. Así, cuando un deportista recuerda su última actuación
piensa en lo que vio, escuchó o sintió durante la misma, es decir,
reexperimenta información en la forma sensorial en que la percibió en ese
momento. Por ejemplo, hace un par de
jornadas en la NBA, Miami Heat consiguió la victoria con un triple en el último
segundo de Chris Bosh. Si pidiéramos a este jugador que recordara esa jugada,
quizás volvería a experimentar la sensación de estar solo frente a la canasta, de
mirar a su compañero y que éste le pasara el balón. Sentir que, al recibirlo, automáticamente
sus rodillas se flexionaban y armaba el brazo, y todo ello sin dejar de mirar a
canasta y al ver entrar el tiro, escuchar cómo la grada lo celebraba.
Si bien la mayoría de deportistas recuerdan actuaciones
pasadas a través de las imágenes, no todos las usan para mejorar su rendimiento.
¿Por qué?