Sin duda este es uno de los temas que más suelen preocupar a
los padres de los jóvenes deportistas, y por ende a sus entrenadores, que a
medida que pasa la temporada ven como su plantilla va disminuyendo por culpa de
los malos resultados en los estudios. Y es que muchos padres quitan a sus hijos
de la práctica deportiva en aras de mejorar su rendimiento académico, cosa que,
en muchos casos, no funciona.
¿Por qué? Pues porque el bajo rendimiento académico en estas
situaciones, normalmente no tiene que ver con tener más o menos tiempo para
estudiar, sino con cuestiones relacionadas con la motivación. Frases como “para que voy a estudiar si yo me quiero
dedicar al fútbol”, “si no llego a la
élite, me hago monitor y ya está”, “mira
a tal o cual jugador, no tiene estudios y gana una pasta” suelen ser el
origen del mal rendimiento académico de algunos deportistas.
En este punto, resulta necesario sensibilizarles sobre la
importancia de tener una buena formación académica para su futuro profesional.
En primer lugar, porque no todos los deportes tienen el mismo nivel de
profesionalización, por lo que en muchos casos, los deportistas de élite tienen
que compaginar su carrera deportiva con un empleo. Un ejemplo de esto es Saúl
Craviotto que, a pesar de ser medallista olímpico en piragüismo, tiene que
compaginar su carrera deportiva con su profesión de policía. En segundo lugar,
porque la carrera deportiva suele ser muy corta, de tal manera que, un
deportista, en el mejor de los casos, suele retirarse con 35-36 años,
quedándole otros 30 años en los que tiene que desempeñar otras labores antes de
jubilarse, y si no ha planificado esa etapa puede resultarle traumática (ver
post sobre la retirada deportiva). En tercer lugar y no por ello menos
importante, no todas las jóvenes promesas llegan a la élite deportiva, por lo
que si no tienen una formación académica adecuada su inserción en el mercado
laboral se complica considerablemente.