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24 de agosto de 2017

LA PACIENCIA EN EL DEPORTE BASE

Foto sacada de www.mindalia.com


Cuando vemos las victorias de Mireia Belmonte, Carolina Marín, Rafa Nadal o cualquier otro deportista exitoso nos genera cierta envidia incluso llegando a fantasear en querer ser ellos. No obstante, cuando te adentras en su día a día y conoces las horas de entrenamiento que realizan, las dietas que tienen que mantener, las grandes ausencias fuera de casa, en definitiva, los sacrificios, se te quitan las ganas de convertirte en ellos. Y es que a todos nos gusta destacar en algo pero nos cuesta más esforzarnos en conseguirlo.

En mi opinión, este es uno de los aspectos más cruciales en el deporte base actual. Los chicos y chicas quieren emular a sus ídolos deportivos: ser igual de buenos, llevar el mismo peinado, tener los mismos coches…. Pero cuando ven que detrás de eso hay mucho esfuerzo y trabajo, no todos están motivados para hacerlo. De hecho, ¿cuántos chicos y chicas, al comenzar la adolescencia empiezan a plantearse dejar su carrera deportiva en favor de quedar más con sus amigos?

En este sentido, es importante que desde pequeños se transmitan expectativas realistas: no todas las jóvenes promesas llegan a ser grandes profesionales del deporte. Para ello, es necesario que, como hablamos en artículos anteriores, el entorno más cercano del joven deportista sea realista. Entrenadores, directores deportivos… tienen que ser prudentes a la hora de hablar con los padres y con los propios deportistas ya que luego llegan las frustraciones y los desengaños. Así ¿cuántos padres y madres, después de haber invertido tiempo, dinero y esfuerzo en la carrera deportiva de sus hijos empiezan a desesperarse porque no llegan los resultados?

Las expectativas realistas son fundamentales. Pero ¿qué son las expectativas? 

Son predicciones informadas de hechos futuros (Sheffrin, 1985). Es decir, creencias que tenemos sobre la probabilidad de que un hecho ocurra. En este caso, la probabilidad de que el joven deportista llegue tener éxito. Las expectativas están basadas en la experiencia previa de la persona. Así cuando el entrenador nos dice que nuestro hijo/a tiene posibilidades de llegar es porque ha vivido alguna situación similar con otra joven promesa. Sin embargo, estas expectativas no siempre se basan en datos objetivos ni en estimaciones reales, sino que más bien se centran en la selectividad perceptiva (i.e., proceso por el cual elegimos parte de la información que proviene de los hechos…). En nuestro caso, puede ser que ambos deportistas tengan características físicas similares o un entorno similar y por eso se haga la comparativa… etc. En otros artículos, hemos hablado de la influencia de estas expectativas sobre el rendimiento del deportista (i.e., profecía autocumplida), por lo que es fundamental que el entorno del deportista sea conocedor de ello y plantee expectativas lo más realistas posibles.

Una vez establecidas, es importante centrar la atención y los objetivos de todos en el camino a seguir, la meta suele estar clara (ej: ganar el campeonato, quedar finalista, conseguir medalla…), pero no tanto, lo que supone intentar conseguirla. Dificultades, esfuerzos, sacrificios son parte de un recorrido que puede tener una recompensa o no, al final. Por eso es importante que los deportistas y su entorno se centren en el proceso, y valoren la superación de cada una de las barreras encontradas. En otras palabras, que se centren en la tarea y no en los resultados. Esto favorecerá, por un lado, que el deportista desarrolle un locus de control interno frente al externo (i.e., centrarse en aquello que depende de él y no en aquello que depende de otros factores externos como la suerte, el rival, etc.). Y por otro lado, favorecerá que el deportista se ubique en el presente y no en el futuro, mejorando su atención y por tanto, su rendimiento.

En tercer lugar, hay que tener paciencia. Cada proceso conlleva unas etapas que no es conveniente saltarse o quemar. De todos es conocido que las prisas no son buenas, en general, para nada. Pero son muchos los padres, entrenadores, deportistas que quieren ver los éxitos antes de tiempo, y ahí empiezan las presiones, las frustraciones y en muchos casos, los abandonos prematuros. Por no hablar del dopaje. Para evitarlos, es conveniente centrar la atención en la tarea y en el presente, revisando lo que se hace y lo que se puede mejorar. Los resultados vendrán después.

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