Hace unos meses hablábamos de la importancia del
lenguaje interior del deportista y de cómo guía su conducta. Pero el
pensamiento no sólo está compuesto de palabras, también puede estar compuesto
por imágenes. Incluso, cómo señalan O´Connor y Seymour en su libro de
Introducción a la PNL (1990), cuando pensamos en algo utilizamos nuestros
sentidos internamente. Así, cuando un deportista recuerda su última actuación
piensa en lo que vio, escuchó o sintió durante la misma, es decir,
reexperimenta información en la forma sensorial en que la percibió en ese
momento. Por ejemplo, hace un par de
jornadas en la NBA, Miami Heat consiguió la victoria con un triple en el último
segundo de Chris Bosh. Si pidiéramos a este jugador que recordara esa jugada,
quizás volvería a experimentar la sensación de estar solo frente a la canasta, de
mirar a su compañero y que éste le pasara el balón. Sentir que, al recibirlo, automáticamente
sus rodillas se flexionaban y armaba el brazo, y todo ello sin dejar de mirar a
canasta y al ver entrar el tiro, escuchar cómo la grada lo celebraba.
Si bien la mayoría de deportistas recuerdan actuaciones
pasadas a través de las imágenes, no todos las usan para mejorar su rendimiento.
¿Por qué?
En primer lugar, porque desconocen su utilidad. En
ese sentido, hay que señalar que existe bastante literatura donde se ponen de
manifiesto los beneficios de utilizar imágenes mentales para la mejora de
gestos técnicos, para ayudar en la recuperación de lesiones, como estrategia de
automotivación, de control de la ansiedad, o de preparación de la próxima
competición.
En segundo lugar, porque desconocen cómo utilizarlas.
Es decir, cuando uno recuerda algo o piensa, las imágenes vienen de forma
automática, no hay que hacer esfuerzo alguno para que éstas vengan a la mente. Y
al no controlarlas, no siempre son beneficiosas. Ej: deportista que continuamente le vienen a la cabeza las imágenes de cuando
se lesionó.
Por tanto, ¿qué características han de tener las
imágenes mentales para que sean beneficiosas para el deportista?
Primero, han de ser controladas por el deportista. Es decir, éste ha de saber
modificarlas a su gusto. Ej: Un jugador
de baloncesto que al tirar a canasta saca el codo y utiliza las imágenes mentales
para corregir el gesto, ha de ser capaz de verse a sí mismo colocando el codo
de forma correcta, no recordando cómo lo suele hacer.
Segundo, han de ser claras y vívidas. En otras palabras, las imágenes han de ser tan
nítidas que permitan destacar los detalles de las mismas. El desarrollo de la
viveza de las imágenes permite fortalecer los sentidos que se han
identificación como importantes para el objetivo perseguido. Por ejemplo, para la mejora de un gesto técnico, la
propiocepción y la vista; para controlar la ansiedad ante la afición, la vista
y el oído, etc.
Tercero, han de ser autopercibidas. Es decir, las imágenes han de tener una perspectiva
interna, donde el deportista se vea a sí mismo en la situación,
experimentándola en primera persona y no como un observador externo. Ej: deportista que está recuperándose de una
lesión en la rodilla y se visualiza a sí mismo flexionándola unos grados.
Estas características pueden adquirirse mediante entrenamiento,
pero previamente es necesario saber el nivel que tiene el deportista, ya que
varía de unos a otros. En función de esta evaluación, se planificaría el
entrenamiento de estas características, potenciando aquellas que maneje mejor e
incidiendo en las que no maneja. Una vez que el deportista tuviera un control
básico de la visualización, habría que determinar el plan de actuación en el
que se determinara el momento idóneo para utilizar las imágenes según el
objetivo marcado.
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