Cuando
nos preguntamos por las cualidades que ha de tener un entrenador exitoso parece
que existe una clara coincidencia en señalar que una de las más importantes es
el liderazgo.
Pero ¿qué es el liderazgo?
Si bien
es un tema que ha despertado un gran interés no sólo en el ámbito deportivo
sino también en el gerencial, político, etc., no existe una definición única
del mismo. De hecho, Stogdill (1974), uno de los autores que más ha estudiado
el tema, señaló que “existen tantas
definiciones de liderazgo como personas que han tratado de definirlo”.
De
acuerdo con Hernández y Canto (2003), esta diversidad de aproximaciones puede
ser debida al tamaño del contexto social sobre el que se ejerce el liderazgo.
Las definiciones referidas a líderes de grandes grupos como por ejemplo, el presidente
de un país o de una empresa multinacional, se centran en el carisma o en la
consecución de objetivos por parte del grupo. En cambio, cuando se refieren a líderes
de grupos pequeños, como ocurre con los entrenadores, las definiciones ponen el
énfasis en la relación entre éste y el grupo o la influencia mutua.
En
ese sentido, por ejemplo, Barrow (1977) considera que el liderazgo es “el proceso conductual de influencia entre
individuos y grupos en el logro de sus objetivos”. Weinberg y Gould (1996) especifican
que un líder “es aquel que conoce las
metas del grupo, proporcionándoles la dirección y los recursos necesarios a los
miembros del grupo para alcanzar las metas establecidas”.
Según
estas definiciones, para que un entrenador sea un líder ha de:
- Establecer
unos objetivos claros y realistas.
- Dirigir
a los miembros del grupo hacia la consecución de esos objetivos.
- Potenciar
aquellas virtudes de los miembros del grupo que permitan obtener las metas.
- Gestionar
las dificultades y obstáculos que se produzcan en el camino de tal manera que
pueda garantizarse la consecución de esos objetivos.
Pero,
¿todos los entrenadores son líderes?
En
mi opinión, no. Es más, un mismo entrenador puede liderar un determinado equipo
y no otro (por ejemplo, el entrenador de
basket, Dusko Ivanovic tuvo una carrera muy prolífica con el Baskonia y en
cambio, fue destituido en el F.C. Barcelona antes de terminar la temporada).
Por lo que abogo por un enfoque
interaccional del liderazgo, desde el que se plantea que no existe un
conjunto de características que garantice el liderazgo efectivo; éste responde
a la situación específica, y, por tanto, un líder puede cambiar su estilo para
afrontar las exigencias de esa situación concreta.
Siguiendo
este enfoque, en el ámbito deportivo Chelladurai (1978- 90) propone el Modelo Multidimensional
del Liderazgo. Éste sostiene que la efectividad del líder en el deporte está
asociada a características situacionales tanto del líder como de los
integrantes del grupo. Así pues, el liderazgo efectivo puede variar, y de
hecho, varía, en función de las características de los deportistas y de las
limitaciones de la situación. En otras palabras, existe interacción entre las
características de la situación, del líder y de los miembros del grupo.
En
base a esta interacción, Chelladurai plantea que el rendimiento óptimo y la
satisfacción del grupo dependen de 3 tipos de conductas del líder:
a)
Conducta requerida del líder: La
situación exige que un líder se comporte de determinada manera.
b)
Conducta preferida del líder: Los
miembros del grupo tienen preferencias por conductas específicas del líder.
c)
Conducta real del líder: Las
conductas reales del líder son simplemente las que éste exhibe y se ven
influidas por su personalidad, su capacidad, y su experiencia.
Se producirá un rendimiento
óptimo y satisfacción del grupo si los tres aspectos de la conducta del líder coinciden.
Es decir, si éste presenta una conducta adecuada a la situación concreta y se
ajusta a las preferencias de los miembros del grupo, éstos alcanzarán el máximo
rendimiento y se sentirán satisfechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué te ha parecido este post?