Seguramente esta es una de las preguntas que más
se hacen los padres cuyos hijos e hijas practican un deporte en el que empiezan
a destacar. El gusto por el deporte, el orgullo de tener un hijo que destaca y la
esperanza de que pueda progresar en él hacen que los padres se repitan
continuamente esa pregunta y que intenten, con la mejor de sus voluntades,
fomentar, animar, aconsejar y en algunos casos, entrenar a sus hijos.
Y es que el deporte, puede ser un nexo
de unión entre padres e hijos, donde ambos compartan una misma ilusión y
afición, generándose una complicidad y favoreciendo la comunicación entre ellos.
Pero en otros casos, puede convertirse en un tema de discrepancia, bien porque el
deportista le atribuya una importancia que los padres no compartan o bien al
revés, que sean los padres quienes consideren muy importante el deporte, y su
hijo/a no.
Cuando el deportista considera muy importante
la actividad deportiva que practica y sus padres no, suelen darse una serie de
circunstancias. En primer lugar, los padres no fomentan la práctica deportiva
en sus hijos/as, éstos están apuntados a alguna actividad deportiva por hacer
algo o por cubrir el horario laboral de los padres. Por tanto, no favorecen que
su hijo acuda a los entrenamientos y/o partidos de forma regular, o si lo hacen,
los padres no acuden a dichos eventos. Tampoco les suelen preguntar por cómo
les ha ido, qué tal lo han hecho, etc. En definitiva, no están interesados en
el tema y así lo manifiestan. En aquellos casos más leves, donde la actitud de los padres es de pasividad
pero permiten el mantenimiento de la práctica deportiva, los deportistas suelen sentir cierta tristeza y decepción pero no
suelen ver afectado su rendimiento. En cambio, en aquellos casos más extremos
donde los padres no favorecen la práctica deportiva, el rendimiento se ve
resentido ya que el deportista no acude a los entrenamientos ni compite, lo que
a la larga puede incluso generar abandono.
Cuando los padres consideran más importante
la actividad deportiva que el propio deportista suele generarse mayores
problemas, afectando negativamente al rendimiento. Así, cuando los padres están muy motivados e implicados
con un deporte suelen fomentarlo a sus hijos. Si esto se hace de forma insistente
(e.g., ver partidos del mismo deporte, hacer
regalos relacionados con ese deporte, hablar continuamente de él, etc.), puede provocar saturación y por tanto, desinterés en el joven deportista.
Otro aspecto que influye y que está relacionado es la impaciencia de los padres
por ver mejoras en el rendimiento de
su hijo, lo que en muchas ocasiones, genera que los padres continuamente estén
dando instrucciones o incluso entrenen aparte a sus hijos/as. Este aspecto es el
más negativo ya que suele producir sobreentrenamiento,
y por tanto, agotamiento físico y mental,
disminuyendo el rendimiento e incluso pudiendo desembocar en abandono de la
práctica deportiva. En este sentido, es importante que los padres asuman su rol
de padres y no de entrenadores.
En otras ocasiones, esa impaciencia no se centra
en los hijos sino en los entrenadores. En estos casos, suelen
consideran que éstos no están capacitados, por lo que cuestionan sus decisiones
técnicas, se quejan del tiempo de juego de sus hijos, etc. En definitiva, les
desacreditan y desautorizan, lo que hace que el deportista no sepa qué hacer ni
a quien hacer caso, disminuyendo su rendimiento y el del equipo.
Entonces, ¿qué pueden hacer los padres para
mejorar el rendimiento de sus hijos deportistas?.
Fundamentalmente, observar, preguntar y escuchar
a su hijo/a para saber cómo está en cada momento y a partir de esa información,
actuar en consecuencia. Por ejemplo, felicitándole
cuando lo hace bien y animándole cuando no es así. Esta y otras habilidades
pueden ser aprendidas, por lo que estamos desarrollando una escuela de padres
de deportistas. Si te interesa pídenos información en: info@earpsicologos.com.
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