Recientemente
me preguntaban en un medio de comunicación lo que pensaba del fichaje de
Raikkonen por Ferrari, ¿cómo le afectaría a Alonso tener como compañero a otro
campeón del mundo?. Mi respuesta: en principio, no tiene por qué ser negativo.
De
hecho, una práctica muy extendida es que los clubes fichen a los mejores
jugadores, incluso en un mismo puesto, para mejorar el rendimiento del equipo,
o los seleccionadores nacionales elijan a los mejores jugadores de su país para
conseguir la mejor clasificación, siendo normal encontrar a muy buenos jugadores
luchar por un mismo puesto. Por tanto, el problema no es la mayor o menor
competencia por un mismo puesto sino cómo se gestiona, ya sea por parte de los
entrenadores como de los jugadores.
Pero ¿cómo
puede el entrenador gestionar adecuadamente a jugadores que luchan por un mismo
puesto?.
En
primer lugar, es importante que clarifique a los jugadores qué espera de la
persona que ocupe el puesto, ya que de esta manera podrán saber qué es lo que
se les va a exigir y a partir de ahí, podrán establecer sus objetivos. Por
ejemplo, que sea un jugador agresivo, con
gran intensidad, o que sea un jugador creativo, que marque el ritmo del
partido, etc. Igualmente es conveniente que haya comunicación con ambos
jugadores, explicándoles qué cosas realizan bien, cuáles mal y sobre todo, motivándoles
para seguir esforzándose por conseguir el puesto.
Y los
jugadores ¿cómo afrontar adecuadamente la lucha por un mismo puesto en el
equipo?.
Es importante que no lo perciban como un ataque personal. Los clubes no suelen fichar a buenos jugadores para un mismo puesto porque no se fíen de uno, sino porque es una forma de aumentar la competitividad por el puesto, motivando a los jugadores a rendir al máximo, y por tanto, favorecer el rendimiento grupal. En este contexto, algunas variables de personalidad del jugador tienen un papel fundamental, especialmente, el nivel de competitividad.
Pero ¿qué es el nivel de competitividad?.
Según
Martens (1976) la competitividad es “una
disposición a esforzarse para obtener algún tipo de satisfacción al establecer
comparaciones con algún estándar de excelencia en presencia de evaluadores”.
Dado que la lucha por un mismo puesto supone una evaluación en la que el
entrenador compara a ambos jugadores con un determinado criterio, el jugador
que tenga un mayor nivel de competitividad se sentirá más cómodo y, por tanto,
rendirá mejor. En cambio, el jugador que tenga un nivel de competitividad bajo
se sentirá mal, e incluso podrá evitar este tipo de situaciones, borrándose de
una manera, más o menos consciente, de la lucha por el puesto.
Por
tanto, para afrontar adecuadamente este tipo de situaciones de comparación es
recomendable que los jugadores perciban la situación como un reto, como un
acicate que les permita exigirse, esforzarse y consecuentemente rendir más. Y
en el caso de que no puedan hacerlo, otra posibilidad sería centrarse en
patrones autorreferenciales, dejando a un lado la comparación y centrándose en su
propio rendimiento, en la mejora de uno mismo.
Me ha gustado bastante tu blog, y este post en especial. Pero me surge una duda en cuanto a cómo gestionar este tipo de conflictos cuando se da en un deporte individual como pudiera ser el atletismo. Esto es, que en un mismo equipo o club, los intereses de un atleta no vayan más allá que ganar por todos los medios a su compañero, en vez de centrarse en que su propia acción sea la mejor posible.
ResponderEliminarMuchas gracias, un saludo.
Muchas gracias por tus comentarios. Con respecto a tu duda, en los deportes individuales sin oposición como es el caso del atletismo (vs. tenis, por ejemplo) los deportistas suelen plantearse objetivos referidos a una marca (bajar el tiempo, saltar mayor altura, lanzar más lejos...). Cuando un atleta se plantea como objetivo superar a un compañero no se está beneficiando ya que el hecho de ganar a ese compañero no le asegura ganar por ejemplo una carrera. Si su compañero se queda el octavo y él el séptimo, ¿estaría satisfecho? Para reconducir el tema habría que hablar con el atleta y ver cuales son sus objetivos reales. Una vez clarificados, establecería con él los pasos a seguir para conseguirlos. Reforzando todos aquellos esfuerzos y logros que no tengan que ver con el compañero.
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