EAR psicólogos

24 de febrero de 2014

Características del deportista: LA RESPONSABILIDAD.


Una de las características del deportista menos comentadas pero igual de importante que el resto es la responsabilidad, en el sentido de que el deportista ha de hacerse responsable de su actitud y comportamiento y, por tanto, de su rendimiento. Esto, que parece obvio, no lo es tanto, si no, pensad en todas aquellas ocasiones en las que habéis escuchado a algún aficionado hablar de su equipo en términos de “han perdido y hemos ganado” o a algún deportista que cuando las cosas salen bien, se pone flores y cuando salen mal, es por fallo de otros.

En ambos casos, están haciendo una mala atribución de los éxitos y de los fracasos. Y es que ante determinadas situaciones, especialmente aquellas que son ambiguas, las personas tendemos a buscar las causas que explican los acontecimientos que presenciamos. Al resultado de la misma se le denomina juicio causal o atribución.

Según la Teoría de la Atribución desarrollada por Heider (1958), las personas atribuimos las conductas propias o las de los demás a dos tipos de causas en función del lugar de control: a) causas internas: dependen del propio sujeto (rasgos de personalidad, inteligencia, motivación, etc.) o b) causas externas: dependen de algún factor o agente externo (suerte, acciones de terceras personas, etc.).

De acuerdo con esto, en los ejemplos anteriores, el aficionado y el deportista señalan que los éxitos se deben a causas internas, es decir, se hacen responsables de las mismas. En cambio, cuando las cosas salen mal, señalan que se deben a causas externas, es decir, dependen de otros y por tanto, no están bajo su control. A este fenómeno se le denomina sesgo hedónico o de autocomplacencia y si bien en principio, puede servirnos como mecanismo de defensa, protegiendo la autoestima (¿a quién no le cuesta reconocer sus errores o fracasos e intenta justificarse como sea?); con el tiempo se vuelve en contra de uno, y es que, si los errores no están bajo nuestro control, ¿cómo poder corregirlos?.

Otro sesgo atribucional que suele afectar al rendimiento de los deportistas consiste en considerar que los errores son debidos a características personales (ej: soy malo) y los aciertos a factores situacionales (ej: suerte). En este caso, se añade una nueva dimensión, la estabilidad-inestabilidad, que hace referencia al grado en que una persona cree que la causa de una determinada conducta es estable en el tiempo o, por el contrario, es temporal. El deportista que tiene este sesgo atribucional considera que sus errores son debidos a causas internas y estables, y por tanto, son difíciles de modificar. En cambio, cree que sus aciertos son debidos a causas externas y temporales, por tanto, difíciles de controlar. Este tipo de sesgo afecta negativamente a la autoestima del deportista ya que al considerar éste que sus errores son debidos a características personales negativas (ej: soy malo, un perdedor, no sirvo para esto….), deja entrever una mala valoración de sí mismo.

Pero, ¿por qué es importante tener en cuenta las atribuciones que realiza el deportista de sus actuaciones para su rendimiento?

Porque como hemos visto afecta a su autoestima, es decir, a la valoración que hace de sí mismo. Y porque también afecta a su motivación y, por tanto, a su capacidad de esfuerzo y sacrificio. Cuando un deportista atribuye las consecuencias de su rendimiento a factores externos (decisiones arbitrales, compañeros de equipo, malas condiciones climatológicas, suerte, etc.), y, por tanto, considera que éstas no dependen de él y no están bajo su control, se esforzará en menor medida que otro deportista que considere que si tiene control sobre las consecuencias de su actuación. En otras palabras, su grado de motivación será menor porque “haga lo haga, da igual porque no depende de él”. A este fenómeno se le denomina indefensión aprendida. De acuerdo con algunos autores, el estado de indefensión se caracteriza por tres tipos de déficits: cognitivos (el deportista cree que no existe relación de contingencia entre su actuación y el resultado), motivacionales (el deportista no realiza conductas activas destinadas a mejorar sus resultados) y emocionales (el deportista se encuentra en un estado afectivo negativo).

Con la finalidad de evitar la indefensión aprendida en nuestros deportistas es importante que desde pequeños, se les enseñe a responsabilizarse de sus actuaciones, tanto de las positivas como de las negativas, relacionando sus actuaciones con las consecuencias de las mismas, permitiendo que el joven deportista atribuya sus errores y sus aciertos a causas controlables por él.  Y, en consecuencia, se evite manifestar que las derrotas han sido debidas a, por ejemplo, la actuación arbitral, a las condiciones climatológicas, a la mala condición de las instalaciones, etc. Todas ellas aspectos externos al deportista y, por tanto, no controlables por él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te ha parecido este post?